Ese hombre no quería vivir

Y sin embargo ahí estábamos, hablándole de frente, cuestionándolo sobre el inicio de la enfermedad, su método de control y el último resultado de hemoglobina glicosilada. La nefropatía diabética es un castigo para los ignorantes, pensé mientras veía en sus piernas un signo de fóvea positivo.
—¿Y el Captopril, cada cuánto lo toma?
—Cuando me siento mareado o con asco
—¿Y la furosemida?
—Casi nunca, ¿pa' qué?
En mi cabeza la imágen de mamá llorando cuando abuela murió ciega también por nefropatía diabética, la última bendición de mi abuelo antes de someterse a la amputación de la que no salió con vida. Y frente a mí ese hombre, despreciando la medicina, burlando el honor y la dignidad de todos los diabéticos que alguien quiso y, a pesar de anhelarlo, no lograron sobrevivir.

0 comentarios:

Publicar un comentario