Pero nunca fui poeta.

Cada noche —aunque no lo creas, yo mismo no lo creería— entro a mi cuenta de blogger con la intención plena y renovada de escribirte un poema. Cada noche es lo mismo, claro: termino escuchando algún nuevo disco recién descargado de Taringa o leyendo alguno de mis tantos ebooks que descargué a los 17 y aún no logro terminar —esta semana le tocó a Lila.

Cada noche, desde luego, adoro chatear contigo, sabiendo que el teléfono es insuficiente para sortear los kilómetros y cordilleras entre nosotros, y conscientes de la capacidad que tienen los emoticones para expresar, a veces incluso como los poemas no podrían hacerlo, todo aquello entre nosotros, entre kilómetros, cordilleras, ebooks y tanta calamidad pirata que ha ido ensamblándose a mí durante la vida. Porque a estas alturas, me doy cuenta —y felizmente— que tú has sido lo único original en mi destino.



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