siempre habrá una sonrisa —sí, claro que se trata de sonrisas—, un amanecer blando y soles aluzándonos a todos por igual; aunque duela no saber dónde se esfuman las mañanas o el motivo que transforma la lluvia en ráfagas de plomo, en salidas al abismo, almuerzos estropeados o sonrisas cada vez más lejanas y menos artesanales.
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