la primer paciente llegó como las 15:30 y con temor escuchamos lo que el paramédico dijo: granadazo, diez muertos, veinte heridos. ojalá hubieran sido esas las cifras definitivas.
preparamos material, órdenes de laboratorio, mentes y músculos para una estampida de lesionados, quemados, asfixiados, fracturados, heridos y con asco miramos a los dirigentes del hospital —eternos dinosaurios que jamás ponen un pie en el servicio de urgencias, junto a los mortales— descender de su oficina para posar junto a las cámaras que seguro no tardarían en llegar.
las cifras al momento indican más de sesenta fallecidos, decenas de lesionados, y una ciudad en shock, que no volverá a ser la misma, que nos han robado. una sociedad a la que le faltan huevos, valor, gallardía para someter a sus —pendejos— gobernantes, y a la cual, al mismo tiempo, le sobran cadáveres, lamentos, desempleo, pobreza.
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